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Crímenes de familia: la ceguera de una madre

Por Alejandro Pantoja Caltenco

Las relaciones famliares no son cosa fácil. Por muy sano que sea el vínculo, de vez en cuando se descrubrirán roces. Siempre pueden presentarse un sinfín de razones por las cuales una estructura familiar llega a fracturarse al grado de una desintegración. Por estos pasajes nos permite adentrar Netflix con su más reciente propuesta argentina, Crímenes de familia.

El director Sebastián Schindel nos presenta una historia sobre una madre que hará todo lo que esté a su alcance para limpiar el nombre de su hijo y liberarlo de una condena después de ser acusado de violencia doméstica y abuso sexual. Al mismo tiempo, la empleada doméstica de la familia también se enfrentará ante la ley luego de cometer un inesperado asesinato.

En su primer fin de semana de estreno, la cinta llegó a colocarse en los primeros lugares de lo más visto en la plataforma de streaming en territorio mexicano. Hecho que da gusto al descubrir que se están viendo las nuevas propuestas latinoamericanas que traen consigo ideas interesantes.

Cecilia Roth, a quien conocemos de Todo sobre mi madre (1999), encarna a Alicia, el personaje principal. Por su trabajo, indudablemente es quien acapara los reflectores, sin embargo, eso pareciera no haber sido tan difícil. Resulta una sencilla monopolización ya que el resto de los personajes mantienen dimensiones  respectivas a las llanuras. Más que ser un problema del talento actoral, es consecuencia de unas caries que provienen desde la raíz del diente: la historia.

Pausa. Mis intenciones están lejos de arruinarle la experiencia con las intervenciones de antipáticos spoilers, y aunque no haré mención explícita de ellos, hago la advertencia de posibles comentarios que bien podrían dar pie a ciertas sospechas o cavilaciones.

La película nos trae ideas interesantes que podrían desencadenar en momentos de profundo rompimiento para sus personajes, pero que simplemente no terminan de llegar a puerto. Con esto no se infiere que esté mal optar por un camino más discreto y sutil. No obstante, para una trama que narra el desencanto y desengaño de una madre hacia su hijo al descubrir su naturaleza, el platillo que se sirve tiene un sabor al que le faltaba tiempo en la estufa.

A pesar de ser una película de mucho diálogo y estar asistiendo a juicios, no llega a caer en un ritmo tedioso, lento o aburrido. Más que nada, lo que no se terminó de cocer fue el desenlace. Como si hubiera límite de tiempo y ya se les estuviera acabando, se cuenta con una resolución sencilla que da pie a una nueva vida esperanzadora pero un tanto inverosímil precisamente por lo fácil que resultó llegar a ello.

Crímenes de familia consiste en un drama, incluso coqueto con el thriller, que presenta una situación familiar que bien podría ocurrir en cualquier familia quedando de lado el lugar geográfico. Una circunstancia actual y presente en el día a día que se encuentra al alcance de la mano que le sirve como arma de doble filo. Precisamente por dicha cercanía se puede lograr una rápida conexión o interés hacia el filme. Al mismo tiempo, es también por ello que, cuando pareciera que se ha acabado el llano y por lo menos un pequeño cerro se hará presente, resultando en una simple ilusión, es que se obtiene un desenlace incompleto.

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