Ante una oleada de películas de terror, centradas más en aspectos paranormales, llega El Convento, un filme que no necesita este tipo de situaciones para exponer al monstruo más aterrador de todos: el ser humano.
Aquí se ve claramente ejemplificado que la sociedad moderna ya no es capaz de confiar en nadie, al ser vulnerabilizado una de las instituciones que más confianza debería dar: La Iglesia Católica.
Darren Lynn Bousman demuestra su gran pericia como director de terror, adquirida en largometrajes como Saw II, III y IV (El Juego del miedo 2, 3 y 4), y en esta, su más reciente entrega, vuelve a mostrar ese lado sádico a través de unas monjas que no se detendrán ante nada para alcanzar sus propios intereses.
La trama, ágil y bien llevada en su mayoría de veces, se llega a caer por momentos debido al uso excesivo e innecesario de flashbacks, un recurso por demás gastado, y aunque algunos le dan sentido a la historia, otros tantos no tienen razón de ser; otro punto débil de la cinta son algunas escenas un tanto asquerosas y otras demasiado ridículas, sin embargo, si se logran obviar estas el resultado será un filme de thriller/terror recomendable. La gran interpretación de Sabrina Kern, en quien recae el protagónico, sale airosa en el papel de “Mary”, una chica embarazada, con un padre alcohólico y un novio irresponsable, que tendrá que refugiarse en el convento del pueblo, donde se dará cuenta que su pesadilla apenas comienza.
Una excelente fotografía que maneja interiores y exteriores; una paleta de colores sombría y un soundtrack instrumental, son los componentes que terminan por adentrar al público en esta experiencia, la cual dejará con una sensación de que no se puede confiar en nadie.
En conclusión, es una buena cinta de terror que más allá de la parte ficticia, deja entre ver los abusos que pueden llegar a suceder dentro de estos lugares “sagrados”, pues hay que recordar que están dirigidos por humanos con todos sus defectos y virtudes, y que muchas veces estos pueden ser capaces de la peores atrocidades.
4 de 7 vidas de gato.
Por Alberto Soriano.