En 1966, un amante de las carreras de coches, Claude Lelouch, rodó un clásico del romance: Un hombre y una mujer (Un homme et une femme), un film protagonizado por Jean-Louis Trintignant y Anouk Aimée; con el que el cineasta francés ganó diversos premios como la Palma de Oro y los Oscar a mejor guión y a mejor película extrajera en 1967.
Así que, en 1986, tuvo una continuación llamada Un hombre y una mujer: 20 años después (Un homme et une femme, 20 ans déjà) para recuperar la historia de amor de los personajes de Jean-Louis Duroc, un piloto de carreras viudo y con un hijo, y Anne Gauthier, una guionista reconvertida en directora de cine viuda y con una hija que busca realizar una película de su antiguo amor: Duroc. Cabe mencionar que, esta secuela tuvo una pésima crítica, por lo tanto, a más de 30 años después llega Los años más bellos de una vida (Les plus belles années d’une vie).
En esta tercera entrega, Lelouch nos otorga la premisa en la que Jean-Louis y Anne no se han vuelto a ver en más de 50 años, insistiendo que los eventos de la segunda película nunca sucedieron. Aunque retrata la decadencia y complicidad de la pareja protagónica con un ejercicio de memoria, a través de los recuerdos y percepciones que hacen que el espectador reconstruya la historia de amor que fue y pudo ser.
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Este drama romántico es un intento de ser un relato corto y nostálgico, en la que los dos ancianos intentan reconocer a la persona amada mediante los gestos del otro; mediante las idas y venidas de Anne al lugar donde reposa Jean-Louis, un centro de ancianos donde él está perdiendo su batalla contra Alzheimer.
Entre las largas secuencias habladas, los flashbacks de la película y los sueños del protagonista masculino, se confunde al espectador de lo que está sucediendo realmente. Aunque este punto permite destacar la actuación de los artistas involucrados mediante el tratamiento y la muestra de la evolución del Alzheimer, dotando al film de diálogos inteligentes, ingeniosos y emotivos.
Asimismo, la participación de los actores protagónicos de más de 80 años, crean una película conmovedora, que peca de nostalgia. La necesidad de recurrir de manera excesiva al material del primer film, revela la escasa trama que de un momento a otro, da la sensación de que se ha complementado los flashbacks con el metraje para llegar a los 90 minutos de rigor que otra cosa.
Los años más bellos de una vida retratan las cuentas pendientes con el amor, el perdón, la reconciliación con el paso del tiempo y los amores del pasado. Por lo que, este largometraje invita a recordar las películas del género de romance que han revolucionado la historia del cine.
Calificación 3.5 de 7 vidas. No se la pierdan en Cinépolis o Cinemex.