La gran pelea entre tener personajes que sean memorables
Desde que la nueva Karate Kid empieza, la película te lanza una patada voladora directo al corazón nostálgico. Sí, te ponen musiquita épica, una toma lenta del dojo, y hasta un par de flashbacks que uno jura haber visto en VHS, sentado frente a la televisión y comiendo un chocorrol. Y sí, eso funciona, uno se emociona… hasta que empieza la película de verdad.
Los personajes principales, pues, se desarrollan… pero les faltó una clasecita extra de profundidad. Hay momentos en que uno dice: “¡Ahora sí va a explotar el drama!”, y zas… corte a escena random que deja más preguntas que respuestas. Y no hablo de dudas existenciales, no, hablo de huecos argumentales que te hacen pensar en una falta de trabajo en la edición de la película. Nada grave, pero sí cosas que pudieron mejorar el viaje emocional de los personajes y la historia en general.
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El antagonista creo que fue la parte más vacía de la cinta. Un villano tan olvidable que si ganarte la lotería dependiera de eso seguramente terminarás más pobre que Johnny en Cobra Kai. No tiene motivaciones claras, ni presencia, ni siquiera puedo tener una frase icónica o al menos un golpe que lo haga memorable. Parece más un extra con presupuesto que un verdadero rival. Y eso es algo definitivamente grave, porque si el villano no asusta, ¿de qué sirve que el héroe entrene como loco y consiga los mejores maestros?
Y hablando de maestros, Ralph Macchio… sí, está ahí, es grandioso que esté ahí, pero más como figura decorativa para que los fans de Cobra Kai vayan a las salas de cine y digan: “Es el sensei LaRusso” que como un verdadero mentor. El legado del Miyagi karate-do, qué es el corazón y sabiduría de la saga, apenas y se asoma. Aquí parece que enseñan karate fast-food, con combo de trauma adolescente y media vuelta de nostalgia.

Cuando el karate se pesca de la nostalgia pero olvida el corazón y el guión
El soundtrack es decente, apoya bien las escenas de acción y tiene ese toque urbano muy ad hoc con la cinta, es decir, cumple y estiliza rumbo a generar un ritmo.
Al principio la cinta te cuenta la historia de nuestro personaje principal por lo que sí puede sentirse ––y tal vez deba sentirse–– lento, pero el problema es que en el tercer acto, casi al final, meten turbo y parece que están reproduciendo en cámara rápida la escenas más importantes, eso pasa con el torneo sobre el que gira la trama; ¡No se entiende nada! Y para colmo, lo que debería ser el clímax con gritos, emoción, lleno de peleas épicas y muestras de karate y kung fu, se siente más forzado que un saludo entre tú y tu ex.
¿Es entretenida? Sí. ¿Te hace recordar tiempos mejores? También. ¿Tiene sentido todo lo que pasa? No tanto. Pero si vas con ganas de ver peleas moderadamente buenas, drama juvenil y cameos épicos ––porque debes quedarte a la escena extra, que te hará sonreír como tonto–– es algo que en definitiva no te debes perder.
4 de 7 vidas de gato, una peli que hace el intentó de meterle corazón, pero con un argumento flojo, personajes olvidables que solo son rescatables por la dosis de acción que nos entregan y una pizca de nostalgia. Disponible en Cinépolis.

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