La leyenda de Ochi

La Leyenda de Ochi: Nostalgia creativa y contemplativa

Construyo mis sueños para no despertar¹

El camino de una heroína 

A 24 años de las tardes en Canal 5 donde podía ver  El Gigante de Hierro (Brad Bird, 1999) o E.T. El extraterrestre (Steven Spielberg, 1982), La Leyenda de Ochi perfectamente podría ser el cierre de una gran tarde películas. 

En una era donde cada día son más criticadas las películas que se nutren del pasado para tener éxito, llega La Leyenda de Ochi, una historia que retoma la nostalgia por los años 80s vista en montones de producciones, y aprovecha las virtudes de una estética y esencia querida para integrarse en el inconsciente colectivo. 

En una distopía anacrónica -al mero estilo de The Electric State de los hermanos Russo (pero bien hecha)- una comunidad que vive en las montañas se confronta con el constante malestar de no poder hacer nada ante los Ochi, una especie de simios venenosos para los humanos que parecen vivir de manera pacífica mientras nadie se meta en su territorio. 

Bajo ese condicionante conocemos a Yuri, una joven rebelde que busca encajar en una ambiente repleto de barones amantes de la cacería, quien tras un ataque provocado por su propio padre se encuentra con una cría de Ochi que se convertirá en el incidente incitador que la llevará a la madurez.

La premisa si bien resuena con muchas otras historias, sabe propulsarse por su estilo, su cast, su estética y sus herramientas, quizá el acercamiento no es muy diferente a lo que otras piezas audiovisuales como la primera temporada de Stranger Things mostró hace más de una década; pero sí encuentra su propia identidad en el camino.

La leyenda de Ochi

Los ochentas nunca morirán

Se ha vuelto costumbre ver revivals de grandes IPs de hace más de 30 años –Star Wars, Goonies, Cazafantasmas, Jurassic Park– la mayoría de ellas son detestadas por viejos y nuevos fans, y la carga sigue propulsandose día a día -en los próximos meses y años tenemos Superman, Harry Potter y Toy Story de vuelta. 

La Leyenda de Ochi por otro lado retoma los elementos que hacen tan querida una época como los ochentas y lo lleva a un nuevo nivel. El director Isaiah Saxon nacido en los 80s tiene claro que es lo que le marcó a él en aquella época, y utiliza todas las herramientas en su poder para contar una gran historia, desde el uso de colores y sonidos característicos hasta trabajar con marionetas² para generar un sentido de expresividad nostálgica en el personaje más importante de la película, la cría de Ochi.

Y es que en palabras del director, trabajar con títeres en lugar de CGI es pura magia. Claro que debería ser lógico para alguien que creció viendo al Maestro Yoda en formato títere o que se divirtió viendo a los Gremlins arruinar la navidad, pero esto va más allá, es una decisión estética consciente que aporta a la atmósfera, porque en ningún momento sentimos que la protagonista no esté interactuando con el personaje de la cría e incluso nos causa el mismo cariño que sentimos por personajes como el famoso Baby Yoda.

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También sumemos el color, los decorados, vestuario, todo semejante a una época que ya no está y a otra que no existe, donde un niño puede fácilmente protagonizar una gran aventura a lado de rock y metal ochentoso. 

Y si las condiciones tangibles no son suficientes, el score compuesto por David Longstreth, quien entiende las condiciones que esta historia propone y lo acompaña de piezas musicales con instrumentos de aire que se sienten cautivos en una cápsula del tiempo aventurera -recomiendo mucho escucharlo por separado, es una maravilla.

La leyenda de Ochi

Un elenco legendario

A veces el elenco suele ser lo mejor en una película moderna, este sería el caso si la película no fuera profundamente amada por sus realizadores; aún con ello el cast es genial, pues todos los grandes elementos tienen un nivel enorme, empezando claro por el siempre amado Willem Dafoe, quien nunca sabe fallar con la elección de sus personajes y con su performance per-sé.

Dafoe interpreta a un padre abnegado a la guerra, un lector de religión que casi parece fariseo, soso, violento, vengativo y castrativo; su papel es el estado natural de la ferocidad en el mundo de Ochi, y la relación con su hija Yuri no podría estar más quebrada.

A Dafoe se le une Finn Wolfhard (Mike en Stranger Things), un cast pensado para que el registro inconsciente del espectador una puntos en hacia quien va dirigida esta película. La participación de Finn no es especial, pero ayuda a entrelazar generaciones de familias que pueden llegar a ver estas películas. Finn es noble y un objeto que permite avanzar la historia en ocasiones.

Quien definitivamente es especial es Emily Watson, una pieza que va a representar el deseo de nuestra prota, y que es probable que los más clavados recuerden como la protagonista de la escalofriante Breaking the Waves (Lars von Trier, 1996). Comentar demasiado de este personaje es un spoiler, pero atienda a la psicología que esta bióloga concentrada en el estudio de diferentes especies tiene por contar.

El cast es cerrado por la semi-desconocida Helena Zengel, ella tiene su primer gran papel en una producción gringa, pero de quién te recomiendo mucho Systemsprenger (Nora Fingscheidt, 2019), donde interpretó a una niña con síndrome de asperger de manera increíble y voraz. Aquí sostiene toda la película, y aunque en algún momento le cuesta mantener el ritmo, el reto tampoco era tan sencillo.

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Estética contemplativa y memorable

Aunque la película es familiar, no la recomendaría para infancias preescolares, durante toda la diégesis narrativa somos acompañados por silencios, planos largos de paisajes, casi naturalistas y una condensación que la lleva a la contemplación por momentos -para mí todo eso hace virtuosa la película, pero entiendo que para otros sea desesperante.

La fotografía elige expresar con belleza, y en momentos es claro que la película pertenece a un estudio como A24 a pesar de que la historia podría haber sido realizada por Universal, hay más allá de lo que solo se muestra en una película de esta índole. Ni hablar de la corrección de color, con una psicología desde la colorimetría del diseño de producción que aporta al telling del ambiente que el director nos quiere entregar. 

El montaje por otro lado se siente tasajeado para no irrumpir demasiado en la atención que las infancias pueden tener de toda la película, por eso en momentos percibimos alguna falta de planos o de acciones completas, llegamos demasiado rápido de punto A al punto B, y aunque mejora el ritmo externo, el interno es castigado.

La historia ya habíamos dicho que no rompe esquemas, por lo que todo es fácil de predecir -aunque eso no significa nada realmente. La aventura de Yuri y la cría de Ochi se siente corta e incluso el final corresponde más al cine de vertiente artística que al circular de estilo comercial.

La Leyenda de Ochi es una de las películas que más he disfrutado este año, el cine no necesita ser perfecto cuando te deja soñar con todo lo que ofrece, la necesito volver a ver pronto. Por lo mientras para mi es un 6 de 7 vidas de gato, ve con tu familia, pero evita hacerle pasar un mal rato a la sala en la que estés si es que tu hijo no tolera la poca estimulación en un producto audiovisual. Llega a salas mexicanas gracias a Zima a partir del 24 de abril de 2025. Disponible en Cinépolis y Cinemex.

La leyenda de Ochi

¹Georges Méliès, mago… y cineasta.
²TheWrap (2025). Legend of Ochi Director Didn’t Have to Convince A24 to Use Puppets Instead of CGI. USA.

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