Dentro del catálogo del cine mexicano contemporáneo, Amor y Matemáticas transmite una propuesta audaz y reflexiva que desafía los convencionalismos del género romántico. Dirigida por Claudia Sainte-Luce, esta comedia ácida nos transporta a las calles de Monterrey, donde las apariencias y la obsesión por el éxito material eclipsan la verdadera búsqueda de significado en la vida.
En el centro de la trama encontramos a Billy, interpretado magistralmente por Roberto Quijano, un exintegrante de una banda juvenil que ahora se encuentra atrapado en una existencia monótona y desprovista de pasión. La vida de Billy, marcada por la frustración y la sensación de estancamiento, sirve como punto de partida para una profunda exploración de las complejidades del ser humano en su lucha por encontrar su lugar en el mundo.
El encuentro fortuito con Mónica, encarnada por la talentosa Diana Bovio, una antigua fan que despierta viejas ilusiones en el corazón de Billy, desencadena una serie de eventos que desafían las convenciones sociales y ponen a prueba las aspiraciones y las limitaciones de los protagonistas. A medida que la relación entre Billy y Mónica se desarrolla, somos testigos de un viaje emocional marcado por la introspección, el humor y la búsqueda de autenticidad en un mundo dominado por la superficialidad.
Una de las fortalezas más destacadas de Amor y Matemáticas radica en su capacidad para abordar temas profundos y complejos a través de un enfoque humorístico y ácido. La película nos invita a reírnos de nuestras propias frustraciones y debilidades, mientras nos sumerge en un mundo donde las ilusiones rotas y las trampas del conformismo se entrelazan con la comedia cotidiana de la vida.
El guion, escrito por Adriana Pelusi, ofrece diálogos afilados y situaciones absurdas que reflejan la naturaleza absurda y a menudo irónica de la existencia humana. A través de la mirada perspicaz de los personajes y sus interacciones, la película nos confronta con nuestras propias contradicciones y nos invita a cuestionar las convenciones sociales y culturales que moldean nuestras vidas.
Además del brillante trabajo de Quijano y Bovio, el elenco de apoyo brilla con actuaciones sólidas y convincentes que añaden profundidad y matices a la historia. Daniela Salinas, en el papel de Lucía, la esposa de Billy, aporta una presencia matizada y emotiva que contrasta con la vivacidad y la energía de los personajes principales.
La dirección de Sainte-Luce es otro aspecto destacado de la película, con una estética visual que captura la esencia única de Monterrey y sus habitantes. Desde los paisajes urbanos hasta los interiores claustrofóbicos de las casas de los personajes, cada escena está meticulosamente diseñada para transmitir una sensación de autenticidad y veracidad.
Amor y Matemáticas un viaje emocional y reflexivo que nos invita a explorar las complejidades del ser humano en su lucha por encontrar significado y conexión en un mundo dominado por las apariencias y las expectativas externas. Con su humor agudo y su mirada perspicaz, esta película nos recuerda que la verdadera felicidad reside en la aceptación de uno mismo y en la búsqueda constante de autenticidad y amor en todas sus formas.
Calificación: 4 de 7 vidas