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En un giro sorprendente, el legendario director japonés Hayao Miyazaki ha regresado de su anunciada jubilación, cautivando a la audiencia con su última obra maestra: El Niño y la Garza. La película teje una fantasía misteriosa y encantadora que revisita los temas clásicos de Miyazaki sobre el dolor y el duelo infantil, intrínsecamente ligados a las cicatrices de la Segunda Guerra Mundial.
Sinopsis
La destreza cinematográfica de Miyazaki está una vez más en pleno apogeo mientras explora la profunda pregunta “¿Cómo se vive?”. Esta interrogante, tomada de una novela japonesa de 1937, se convierte en el hilo conductor del viaje de Mahito, un joven cuya vida está marcada por la tragedia de perder a su madre durante un ataque aéreo aliado en 1943. Mahito enfrenta una realidad tumultuosa, desde el nuevo matrimonio de su padre hasta la inminente llegada de un medio-hermano y una torre misteriosa que domina la finca familiar. Un encuentro surrealista con una garza parlante lo sumerge en un universo paralelo, una metáfora de la sobrecarga emocional de Mahito.
La animación clásica se impone ante lo moderno
En una era dominada por la animación por computadora, el compromiso de Miyazaki con la artesanía dibujada a mano resalta. La animación meticulosa, junto con una banda sonora hipnotizante de Joe Hisaishi, eleva la película más allá de un simple espectáculo visual a un viaje emocional profundo.
El regreso de Miyazaki no es solo un evento cinematográfico; es una celebración de su inigualable habilidad para mezclar lo real y lo fantástico. La audaz estrategia de marketing de la película, sin avances ni imágenes, atestigua la confianza de Studio Ghibli en que el nombre de Miyazaki por sí mismo es suficiente para atraer al público. Esta fé está bien fundamentada, ya que El Niño y la Garza rompió récords de taquilla en Japón durante su fin de semana de estreno.
El futuro de Studio Ghibli
La resonancia de la cinta se extiende más allá de la pantalla, generando debates sobre el legado de Miyazaki y el futuro de Studio Ghibli. Aunque algunos puedan tentarse a ver esto como el canto de cisne de Miyazaki, los temas de la película sobre la mortalidad, el legado y la pasión artística sirven como testimonio del espíritu perdurable de un creador visionario.
Un elenco de doblaje a la altura
Vimos la película doblada al español y quedamos sorprendidos por la interpretación de los personajes. Emilio Treviño, quien da voz a Mahito, logra transmitir conmovedoramente la complejidad del personaje, marcado por el dolor y el aislamiento. Su actuación conecta de manera acertada con la profundidad emocional del protagonista, brindando una experiencia empática y conmovedora; Elizabeth Infante, en el papel de Lady Himi, aporta carisma, confianza y fe al personaje. Su voz llena de alegría y tranquilidad deja un mensaje de esperanza en medio de momentos difíciles, contribuyendo a la película con energía positiva y ternura; Valca Ponzanelli, como Kiriko, presenta un personaje lleno de adrenalina y destreza.
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Su interpretación refleja el crecimiento y la valentía de una mujer enfrentándose al peligro, añadiendo capas de complejidad a la trama; Alfonso Herrera, quien presta su voz a la Garza Gris, tiene la habilidad para infundir al personaje con tonos roncos y chillones, revelando una creatividad y maestría en el doblaje. La colaboración entre Herrera y Treviño se convierte en uno de los puntos más fuertes de la animación y una integración destacada en la familia de Studio Ghibli en Latinoamérica.
Conclusión
El regreso de Hayao Miyazaki es una reafirmación de la magia atemporal que solo él puede conjurar. El Niño y la Garza es una experiencia cinematográfica que invita a reflexionar sobre la vida, la muerte y la maravilla de la imaginación. Un capítulo brillante en el legado de un maestro de la animación que, a través de sus personajes y narrativas, sigue guiándonos en la exploración de los misterios de la existencia.
Calificación: 7 de 7 vidas. Disponible en Cinépolis.
