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De Disney a las drogas.

Por Alejandro Pantoja.

Bien dicen por ahí que sólo hay una regla en la selva: cuando el león tiene hambre, come. Esto podría aplicarse al director británico Guy Ritchie. Recordamos entre sus primeros trabajos la cinta sobre crimen, Snatch (2000). Pasaron algunos años y se ganó a una buena parte del público con su lectura de Sherlock Holmes transformando al famoso detective en un héroe de acción en 2009 y 2011. Posteriormente, presentó algunos filmes más como El agente de CIPOL (2015), El Rey Arturo (2017) e incluso una colaboración con Disney para Aladdin (2019), película cuya magia se perdió en algún punto del proceso y no llegó al corte final.

Como se habrá visto, su carrera ha sido un poco inconsistente aunque su estilo se ha ido afianzando (excepto en Aladdin) y ahora se decidió regresar a sus orígenes de fechorías en las calles inglesas con la historia de Mickey Pearson (Matthew McConaughey), un estadounidense que posee el mayor imperio de marihuana pero que ahora busca venderlo para poder retirarse, sin embargo, en el camino se encontrará con grandes complicaciones y conflictos de los que sólo el más astuto saldrá victorioso.

Con Los caballeros (2019), recuerda ciertos elementos de Sherlock Holmes por la forma en que los secretos van saliendo a la luz y, aunque ambas historias del detective eran activas, le inyecta más energía al combinarlo con una narrativa que va y viene, donde junto con los personajes vas tratando de atar todos los cabos.

El filme se inclina por un humor negro, pero no por eso gratuito. Los chistes están presentes tanto a través del diálogo como por lo visual, los va construyendo y dándoles seguimiento a lo largo de la película incluso haciéndolos formar parte importante de la trama.

Probablemente para no pasarse de las dos horas de duración, ya próximo al final, algunas situaciones se resuelven con prisa y pareciera que un tanto fácil (pero no por eso sin dejar de ser divertidos), pudiendo haberse solventado de mejor forma aunque el precio fuera de otros treinta minutos, los cuales no le habrían pesado a la audiencia.

El mundo del cine es toda una selva salvaje, pero Guy Ritchie intenta aplicar la regla sobre el león, nada más que podría parecer que no siempre tiene el mismo tipo de hambre. En el caso de esta cinta, se nota que estaba muy hambriento y que mejor forma de atacar que haciendo lo que mejor sabe hacer y perfeccionándolo con lo que ha aprendido a lo largo de los años.

Al final, únicamente resta otorgarle sus vidas gatunas, llevándose cinco vidas y media de siete.

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