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Midsommar, o nuestras locas vacaciones suecas.

Hace un año, Ari Aster nos trajo Hereditary, su ópera prima, y fue la mejor del 2018. Fue entonces que conocimos una manera un tanto distinta de contar horror con suspenso (igual pueden leer mi retrospectiva de esta cinta aquí), y nos llegamos a preguntar: ¿acaso se podrá superar el director a sí mismo?

Midsommar es una celebración que se da cada noventa años durante nueve días en un remoto pueblo al norte de Suecia. La cinta se centra en Dani y Christian, quienes llevan más de 4 años juntos; una tragedia familiar afecta de manera profunda a Dani y en un intento por dejar el duelo, termina yendo a dicho festival; pero lo que comenzó como un evento interesante, dará un giro inesperado para sus amigos y en especial ella. 

El proceso creativo

Escribir y dirigir una película no es cosa fácil, y a quién lo haga de manera que resulte satisfactoriañ, reconozco su talento; Ari Aster en dos años nos ha demostrado que ama su trabajo y sobre todo nos quiere enseñar su visión del terror y cómo perturbar al espectador. En Midsommar nos cuenta una historia totalmente distinta a como lo hizo con Hereditary, y toma como referencias esos pueblitos alejados de la sociedad, como los Amish en Estados Unidos, pero llevado a otro nivel. La narrativa no se apega a lo que vimos anteriormente, como en su ópera prima; y es algo que pinta para ser un sello de su persona. A lo que me refiero es que mientras el espectador piensa que han pasado algunas horas dentro de la cinta, en realidad han pasado días.

Dani carga con el peso de esta historia, y se nota que la actuación de Florence Pugh es buena, con un sufrimiento que hace que te atraviese el corazón. Christian tiene un papel igual de importante que su novia, encarnando la traición en todo sentido. Los efectos unidos a la paleta de colores pueden provocar una sensación un poco agobiante al espectador, por eso no es apto para gente que padece algún transtorno mental o psicológico, y si lo hacen, será bajo su propio riesgo. 

Cabe destacar que Ari Aster hace lo posible por…

(La misma formúla)

…Imitar a Hereditary, y con esto no digo que calque por completo la trama, sino que hace hasta lo imposible por atraparte y una vez que lo logra, parece que te quiere soltar en el proceso, pero cuál pescador que juega con su presa, Ari nos mantiene entre la calma y tensión a lo largo de la película. Se nota que el director tomó como referencia a The Wicker Man (1973) en algunas partes, pero a su modo. 

También hay que mencionar algunas escenas donde los protagonistas se drogan, y logran perturbarte; pero igual hay otras que son demasiado incómodas que te provocan una risa nerviosa. 

Hay ciertas subtramas (que dejaré que las descubran)  que deja al aire, y es comprensible; es difícil hacer una historia que supere por mucho a la anterior. No obstante, estas no afectan el desarrollo de la trama.

La banda sonora supera en creces a Hereditary, te provoca suspenso y te mantiene al borde de tu asiento. 

Conclusión

La pregunta sigue en el aire, ¿es posible que Ari Aster se superó a sí mismo? Y la respuesta es no, por el momento. 

Midsommar es una buena historia de que te perturba e incómoda, sin la necesidad de recurrir a esos elementos como jumpscare que se han hecho en cintas como el Conjuro o Annabelle, pero aún está lejos de superarse a sí mismo, y está bien, porque sabemos que como director y escritor va por buen camino.

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