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La mayoría hemos pasado por la terrible pérdida de un ser querido, que obliga a atravesar etapas muy difíciles. Pero en La casa oscura, hay un interesante cambio. La cinta se enfoca en Beth, quien acaba de perder a su marido y queda sola en una casa en el lago que fue diseñada especialmente para ella.
Mientras avanza su proceso de duelo, es víctima de visiones de una presencia que llama por ella en la casa. Al investigar a profundidad los misterios que esconde su hogar, poco a poco descubre secretos tan extraños como terribles.
Una cinta muy irregular
La casa oscura arranca de forma muy extraña y abrupta con una sencilla presentación sobre lo que pasa Beth al perder a su marido. La narrativa va rápida, sin dar antesala a las escenas de suspenso, lo que da a entender que es una cinta más del montón. Eso sin olvidar que las actuaciones llegan a ser acartonadas.
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Antes de que acabe la primera hora de la cinta, todo cambia. Empieza a darse su tiempo para, ante todo, construir buenas escenas de suspenso. Las actuaciones mejoran y con los efectos especiales de calidad, la situación se levanta. Es como si los escritores ya se pusieron las pilas para ese punto. En esta parte se cuestiona dos cosas primordiales: uno es si el esposo de Beth era el marido amoroso que presentan de inicio; otro es un misterio en torno a la muerte, aprovechado para explorar la propia visión del filme en cuanto a qué sucede después de morir.
El problema es el final. Si bien las cosas van mejorando, los últimos minutos dejan una sensación agridulce o inclusive terrible (en mi caso) al no atreverse a dar una conclusión como tal. Y en ello volvemos al guión, que con lo ya mencionado, parecía una montaña rusa que no lograba un equilibrio con la ambientación y la historia. Eso dividirá opiniones mientras malabarea con más temas aparte de los ya mencionados pero que los deja al aire sin desarrollar.
Calificación: 4 de 7 vidas. No te la pierdas a partir del 23 de septiembre en Cinépolis o Cinemex.
